Una profunda preocupación sacude aVilla Soledad, donde los vecinos denuncian una escalada de inseguridad que, según advierten, se volvió insoportable.Robos, agresiones, amenazas, daños a la propiedad y peleas callejeras se volvieron moneda corriente. Lo más alarmante: aseguran que la mayoría de los responsables sonmenores de edadque actúan impunemente y que intimidan al resto del barrio. 
"La situación ya no da para más. Se juntan en patotas, tiran piedras, pelean con machetes, hacen tiros.No se puede estacionar ningún auto en la cuadra porque los rompen. Ingresan a las casas, rompen los vidrios y roban. Todos sabemos dónde viven, es una misma familia en la que varios de sus miembros están involucrados. Pero nadie puede denunciar por miedo.Nos amenazan", relató con angustia una vecina aQué Pasa a La Noche. 
La violencia llegó a niveles extremos. En la última semana, una pelea a plena luz del día terminó por encender todas las alarmas. "Fue la gota que rebalsó el vaso. No se puede hacer nada porque son menores.Están todo el día en la calle, incluso de madrugada, sin control. Viven hacinados y hacen lo que quieren.Pedimos que intervengan las autoridades pertinentes", expresó la mujer, visiblemente preocupada. 
Durante la cobertura en vivo deQué Pasa a la Noche, varios menores insultaron y agredieron verbalmente a nuestro movilero, lo que refleja el nivel de tensión y hostilidad que atraviesan quienes viven en la zona. Además, vecinos señalaron quelos delincuentes rompen deliberadamente luminarias públicas para crear zonas oscuras donde operar con mayor facilidad. 
Los vecinos del barrio sostienen que la presencia policial es casi nula y que la respuesta ante los llamados es lenta o directamente inexistente. "No podemos dejar la casa sola ni salir tranquilos. Vivimos encerrados y con miedo. ¿Hasta cuándo?", se preguntan. 
La situación en Villa Soledad no solo expone un problema de seguridad, sino también una grave crisis social. La edad de los involucrados, las condiciones de hacinamiento y la falta de contención familiar e institucional alimentan un escenario cada vez más violento. Los vecinos exigen respuestas urgentes. Mientras tanto, conviven con el temor de ser las próximas víctimas.