Cada vez que el cielo se descarga sobre el Valle de Lerma, la población revive la pesadilla de calles anegadas, autos arrastrados, y barrios sumergidos. Las calles se vuelven ríos y los arroyos, desbordados sin control, escurren sus aguas hacia zonas urbanas, sin que haya obras hídricas que contengan la devastación. Año tras año es lo mismo. La diferencia de estas lluvias, es que están sucediendo en noviembre y no en temporada estival.
Valle de Lerma: un noviembre inusual pero con las inundaciones de siempre
Calles y rutas convertidas en ríos, y vecinos atrapados en sus propios hogares. Las promesas de obras hídricas siguen siendo palabras vacías ante daños que cada vez son más graves.