Hasta el 17 de septiembre de 2000, las calles del barrio La Bajada vieron gambetear al pequeño Lionel Andrés Messi. "El asfalto no existía, era tierra y al frente, donde está El Campito -un potrero-, había malezas. Teníamos que cortarlas para poder jugar y ahí jugabámos con Leo y sus hermanos", cuenta a El Tribuno, Juan Pablo, un amigo de la infancia de los Messi, no solo de Lionel Andrés, sino también de sus hermanos Rodrigo y Matías.  
La casa de dos plantas ubicada en la calle Estado de Israel -o Lavalleja, según el mapa virtual de la ciudad de Rosario-, al 525, es la vivienda de los abuelos maternos del capitán de la Selección argentina, el mejor jugador del planeta que el pasado domingo cumplió su sueño y el de 45 millones de argentinos: levantar la copa del Mundo.
Está en zona sur, en un barrio popular de gente trabajadora y vecinos a los que les cuesta llegar a fin de mes. Sin embargo se las ingeniaron para adornar esta calle que parece un pasaje por lo angosta que es. Hay banderines, murales de todo tipo y agradecimientos. En la puerta de su casa un agradecimiento y un pedido: "Gracias campeones, gracias Leo. El barrio te espera". Messi es el orgullo de un país, pero especialmente de una ciudad y de un barrio en particular. Es el orgullo de saberlo suyo y de contarle al mundo que ese nene que no podía crecer, cada tanto regresa a su origen así sea de madrugada para compartir un rato con los suyos así las condiciones socioeconómicas hayan tomado diferentes caminos.
Messi aún habla como los vecinos de la cuadra, los que respetan como una religión la siesta y cuando el atardecer se hace presente, las imágenes del pasado regresan: los niños sacan pelotas y gambetean en ese mismo lugar, a la espera de ser Lionel o al menos es lo que imaginan cuando se calzan sus camisetas de Barcelona, PSG o, por supuesto, la 10 de Argentina.
En el barrio se respira algo especial. Son las únicas calles de Rosario en las que predominan los colores celeste y blanco en cordones y postes por encima de los dos clubes populares de la ciudad: Newell's y Rosario Central. El 10 está presente en cada esquina y sus imágenes se reparten en casas y galpones como se tratara de un álbum familiar pero gigante y abierto al público.A cada uno de los vecinos se le llenan los ojos de lágrimas y emoción al nombrarlo pero no todos quieren brindar entrevistas. Unos por timidez y otros por la exposición: "hace poco me mandaron un video de la televisión china y salí hablando. Me gastaron todos", dice Gonzalo, quien accede a la entrevista con la condición de no ser filmado.
"Tengo 26 y soy más chico que Leo, pero lo conozco desde que soy niño. En varias fiestas de fin de año lo fui a saludar pero siempre sin molestarlo", comenta.
"Puchi (Celia Cuccittini), su mamá es una genia. Ellos son muy humildes. Paran a saludar, te preguntan cómo estás y sabemos que nos tienen presente a los vecinos", agega el joven que duerme a menos de 50 metros de la casa de los Messi, quienes cada tanto reaparecen por La Bajada y no cambian sus hábitos pese a que la vida les cambió en un 100%.
El Messi pequeño
Hasta 2005, año en que salió campeón juvenil del mundo, de Messi se sabía poco en Argentina, pero la gente de la calle Estado de Israel ya seguía atenta a su carrera porque intuían que iba a llegar lejos, aunque jamás imaginaron cómo se desarrolló su vida deportiva.
"A algunos de los vecinos del barrio los invitó a su casamiento y a veces les pregunto cómo fue la intimidad desde chiquitos y nos cuentan que les hacía caños a todos y su hermano Matías le pegaba y decía 'dale, levantate'. Así formó su personalidad y por eso ves que lo golpean y él sigue y sigue", dice Gonzalo y se siente orgulloso de que su vecino, el más famoso del mundo, es hincha de Newell's como él. "Si bien no jugó tanto, él se siente de acá y es leproso". 
Gay, un admirador israelí
Un joven pasea sin llamar la atención por el barrio y parece un vecino de la cuadra, pero minutos después saca su celular y filma. No es común que un vecino se impresione con la casa de los Messi, pero para un turista es como arribar al Partenón en Grecia porque definitivamente el capitán de la Selección es un mito, una leyenda.
"Soy fanático de Messi, lo vi en Barcelona y París. Vine a Rosario a ver la semifinal y final y hoy vine a conocer su casa, soy su admirador", cuenta a El Tribuno. A los vecinos no les molesta la invasión y sin decirlo, ofrecen seguridad ya que quedan atentos en una de las esquinas, ante posibles hechos de inseguridad. "No vayan para otro lugar sin avisarnos. No toda la gente es buena en la ciudad", aclara uno de los habitantes de la zona.
El origen del "Andá pa' allá, bobo": Messi se fue, pero Leo sigue ahí
Todos coinciden en que Messi se convirtió en la máxima figura mundial, pero que Leo sigue en el barrio porque su vida no cambió y mucho menos su humildad.
"¿De dónde te pensás que salió el 'andá pa`allá, bobo?", pregunta uno de sus amigos de la infancia. "Esto es de acá, del barrio, lo decimos siempre. "'A quién le ganaste bobo, andá pa' allá, salí de acá, tomatelas', son frases que usamos desde niños y mirá a Leo, sigue hablando como nosotros pese a haberse ido desde chico. ¿Sabés por qué? ¡porque es de acá!".
Juan Pablo, el amigo de toda la vida
Con una remera gastada de Newell's y un andar tranquilo de la mano de su hijo Ciro, se presenta Juan Pablo, un amigo de toda la vida de los hermanos Messi. 
"Si habremos peleado por el pan y queso con Leo pese a que éramos el doble de su estatura", comenta entre risas y recuerda que ver a Messi en la calle era relacionarlo al fútbol.
"Pasaba por todos lados con la pelota: era su otra pierna, como la tercera parte de su cuerpo, era increíble verlo y mirá dónde está hoy. Lloré mucho porque se lo mereció desde un principio, luchó mucho para llegar hasta ahí. sufrimos hasta lo último". 
Pese a que en la actualidad no suele hablar con el capitán de la Selección, dice que "el cariño y saludo es intacto y va a ser Leo para toda la vida". Y pese a no estar en cotacto, su pequeño hijo Ciro ya lo conoció por la relación que tienen ambos.
Julia, una vecina que como los Messi, creció en la casa de sus abuelos 
"Vivo de toda la vida en esta esquina, porque es la casa de mis abuelosy siempre compartimos con los vecinos, disfrutando lo que genera Lionel", sostiene quien es una de las encargadas de la compra de los banderines y la ornamentación celeste y blanca de la calle.
"Nos juntamos para las pintadas y pusimos los banderines. Fue así,  gane o pierda, es lo que genera él y desde un principio estamos orgullosos".
"La familia tiene mucha humildad por eso también es el mejor del mundo. Él y su familia están siempre presentes en el barrio", aporta al ser consultada por el cambio que pudo haber tenido el astro argentino. Si bien sabe que su hijo, quien no se saca por nada del mundo la camiseta de Messi, desea conocerlo pronto, al igual que otros chicos del barrio.
Fernanda, la vecina y amiga del frente con quien compartió su niñez
Justo en frente de los Messi vive Fernanda, una vecina acostumbrada a las cámaras, aunque no es muy amiga de la exposición mediática. Sin embargo accede a dialogar con El Tribuno y cuenta su infancia junto al capitán de la selección campeona del mundo.
"Tuve la suerte de nacer en la casa del frente de Leo y tener la misma edad. Hemos compartido la infancia, los recuerdos son de correr por las calles de tierra, jugando en la calle". 
"El crecimiento de él no se puede poner en palabras. Leo no tiene techo es indescriptible. todos se sorprenden de su sencillez, era un chico tímido pero cuando jugaba se transformaba. Leo es el mismo cuando se fue, siguió siendo el mismo".